Aunque todas las experiencias son enriquecedoras y nos ayudan a crecer, no todos los alumnos tienen la misma experiencia positiva de sus movilidades. Dani González nos cuenta su vivencia en Irlanda.

Mi experiencia erasmus se ha desarrollado en su inmensa mayoría en el pueblo de Cobh, cerca de Cork. El pueblo como tal no estaba mal del todo, pero los jóvenes no eran muy amigables. El primer día que llegué al pueblo, un chico brasileño que vivía en nuestra casa e iba al instituto del pueblo me dijo que él no tenía amigos irlandeses, solo se juntaba con españoles, alemanes y un japonés porque la mayoría de chavales irlandeses no hablaban con ellos. Luego comprobé que no parecía que les gustaran mucho los extranjeros. En el gimnasio, cuando me oyeron hablar en español con este chico muchos me miraron mal. Otros días por la calle me dijeron cosas como “fuck off”, gritos y un día me lanzaron una bola de chicle enorme desde un coche y me dieron en la cara. La gente adulta, he de decir que muy agradable. Pensé que podría salir a divertirme por la noche pero no fue así, las únicas personas de mi edad que conocía eran los dos hijos de la familia, que apenas nos decían hola, y el chico brasileño, pero cuando yo llegaba de trabajar él ya se había ido con sus amigos, aparte trabajaba los sábados. Por lo que el único día que puede salir fue cuando me pedí un día libre y vinieron unos amigos desde España.
El trabajo estuvo bien, quizás algo monótono algunos días pero sin ninguna queja. La mayoría de las veces trabajábamos con grupos de estudiantes que venían de intuitos y realizábamos capturas de insectos no invasivas. Las identificaban y las soltaban. Otros días cuidábamos de que los lémures no se comieran la comida de la gente, porque estaban libres. O de que los niños no tocaran a los canguros, que también estaban libres por el parque.
Como experiencia ha estado bien en unos aspectos y en otros me ha dejado mucho que desear. A la pregunta si me iría de erasmus otra vez, sería sí. Pero nunca jamás a ese pueblo, y posiblemente tampoco a Irlanda. Sí que noto que he aprendido a ser más autosuficiente, pierdes vergüenza puesto que te acostumbras a hablar con mucha gente y más en otro idioma, etc… y cuando vueles a casa valoras más otras cosas que antes no valorabas.