Inés y Javier están en Grecia haciendo sus FCTs a través del programa Erasmus KA103. Emociona leer su testimonio. Estos son los momentos en los que sabemos que todo el esfuerzo ha merecido la pena… Podéis leer aquí lo que nos cuentan:
Γεια σας!
Habría sido difícil elegir un lugar mejor para perderse durante tres meses. Kyparissia se encuentra en la costa oeste del Peloponeso, una región montañosa de Grecia sembrada de templos en ruinas, turistas alemanes y tortugas. Nuestro trabajo se centra en las últimas. En concreto tratamos de conservar las poblaciones autóctonas de tortuga boba (Caretta caretta), mediante la protección y el seguimiento de individuos y nidos, así como la concienciación de visitantes y locales.
Cada mañana llegamos a la playa en torno a las cinco de la mañana, más o menos cuando la gente de vacaciones empieza a plantearse ir a la cama. Pasamos unas horas caminando por la arena, en busca de huellas y otras pistas que nos ayuden a localizar los nidos de tortuga. Cuando los encontramos tenemos que excavar hasta encontrar la cámara con los huevos (que pueden llegar a ser hasta 300), tras lo cual, tomamos todos los datos necesarios para ubicarlos (sección de la playa, distancia del mar, profundidad…) y pasamos a protegerlos. A veces están tan cerca del agua que tenemos que reubicar el nido huevo a huevo a otro lugar más seguro para que los embriones no se ahoguen. Generalmente colocamos unas mallas metálicas, “grids”, que evitan que perros y otros animales los depreden (Podemos dar fe de que pinchan). También nos encargamos de la conservación de las playas organizando limpiezas, anotando cualquier posible alteración o riesgo para el medio y dando información a todos los que se acercan a preguntar qué se nos ha perdido a medio metro bajo tierra.
Además de los censos en las mañanas, también hay trabajo siguiendo tortugas por las noches para marcarlas. Todo se ve muy distinto cuando en vez de un sol achicharrante te ilumina una luz roja de frente (roja porque al parecer las tortugas no ven esa longitud de onda, por lo que no les molesta). Cuando encontramos una tortuga, la seguimos hasta que comienza a construir un nido. Cuando ha terminado su tarea recogemos sus datos, usamos etiquetas para identificarlas y, en algunos casos, les colocamos un GPS para poder analizar sus migraciones.
Una vez volvemos al campamento base, empieza la parte favorita de todos, el papeleo. Dejamos un registro de todos los eventos del día y los archivamos para añadirlos a bases de datos y así hacernos una idea de cómo están evolucionando las poblaciones de tortuga de la zona. Que sea muy importante no lo hace menos aburrido, pero ayuda a motivarte.
Y por último, cuando llegue la temporada en la que los huevos eclosionen, nos encargaremos de colocar estructuras que den sombra para que no se desorienten y lleguen seguros a su nuevo destino.
Otra cosa que motiva es la vida en el campamento. En total vivimos unas 40 personas, así que nunca falta alguien con quien ir a la playa o al único bar en 20 kilómetros a la redonda. Cada uno viene de un lugar distinto, así que aunque todos hablamos inglés, siempre estás escuchando retazos de otras idiomas; bromas en alemán, canciones en francés, palabrotas en griego… Lo más sorprendente es que seamos los únicos españoles por ahora, pero supongo que eso nos da un aire exótico.
Otra cosa a tener en cuenta es que 40 personas comen mucho. Mucho. Nos organizamos en turnos de limpieza y cocina para tratar de mantener el lugar y a sus habitantes en unas condiciones aceptables. Modestia a parte, nos estamos labrando una buena reputación con nuestras tortillas de patatas y potajes de lentejas, así da gusto extender la marca España.
En resumen, es un trabajo duro, son muchos madrugones, horas de esfuerzo y sol abrasador, pero sin duda la labor, las aguas transparentes y la experiencia de trabajar con estos animales en vivo y en directo hace que merezca sin duda la pena.
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