Nuestra alumna de Grado Superior de ECA (Educación y Control Ambiental), Laura Duarte, nos cuenta cómo se están desarrollando sus prácticas en Roma, como becaria del Erasmus+ KA103:

Mascarillas, gel desinfectante, distancia de seguridad, aforo limitado de personas… a pesar de las dificultades, la actividad nunca se detiene en la Casa del Parque de la Caffarella. Ubicado casi en el centro de Roma, este parque se encuentra entre los mayores espacios verdes urbanos de toda Europa. Sus 132 hectáreas han permanecido casi inalteradas durante el paso de los siglos, delatando cómo era Roma en la antigüedad y presentando un gran abanico de biodiversidad.

Es en una de las numerosas entradas al parque que encontramos la Casa dal Parco, antiguamente conocida como el Casale Vigna Cardinali y gestionado por la organización Humus. Durante la primera visita que realicé para proponerme como voluntaria y realizar el Erasmus con ellos quedé absolutamente enamorada, tanto por la belleza del espacio como por las actividades que se llevan a cabo. Desde el primer momento me acogieron con una sonrisa y me mostraron entusiasmados los diferentes espacios: el huerto social, la compostera, el área picnic, las aulas-taller para los niños, el pequeño bar de refrescos, las mesas para el café y, finalmente, la «ciclofficina», que es donde llevo a cabo la mayor parte de mi actividad.

La «ciclofficina» es una especie de taller-mecánico destinado a la reparación y manutención de bicicletas, de carácter social, ético, educativo, libre y gratuito. Cualquier persona puede acudir a las numerosas «ciclofficinas» de Roma y hacer libre uso del espacio y las herramientas, reparar su bicicleta, ayudar a otras personas o por el contrario dejarse ayudar. ¡Todo un símbolo de la lucha ecológica y social! En esta ciclofficina en particular, del Parque de la Caffarella, ofrecen además servicio de alquier de bicicletas para todos aquellos visitantes que deseen dar un paseo sobre ruedas por el espacio natural. Y aquí, entre turistas y grasa de bicicleta, paso las jornadas.

Reparando, alquilando, charlando con los visitantes, aprendiendo los entresijos de la cultura italiana, la historia de la ciudad y los misterios de la mecánica. Rodeada de gorriones, verdecillos, bandadas de estorninos, abejas mieleras y curiosos conejos que de vez en cuando hacen incursiones al huerto. Niños correteando entre las mesas de picnic, y visitantes habituales que son ya casi parte del paisaje.

A pesar de la «formalidad» del programa Erasmus, aquí siempre se han preocupado por encontrar para mí un espacio donde no solo aprenda y lleve a cabo actividades que sean relevantes para mis estudios, sino que fuera también adecuado a mis preferencias y mi personalidad. Así, alterno las bicicletas con la venta de aperitivos y bebidas en el bar, trabajos manuales en el huerto y otras actividades más artísticas, como pintar carteles que anuncian las actividades que realizan. Aunque sea de forma temporal, no podría estar más contenta de formar parte del pequeño paraíso Caffarella.